RESEÑA SOBRE EL FUEGO HACIA LA LUZ DE ANA SOLEDAD CÁCERES GUILLÉN, EN EL CIERVO, ABRIL 2012 NÚMERO 733
El fuego hacia la luz no sólo se refiere a la esencia del hombre y a su sueño de inmortalidad sino que define la trayectoria de unos versos cuya llama vibra y atrapa desde el primer poema hasta el último. Izara Batres (1982), poeta, escritora y periodista, nos regala un impecable dominio del lenguaje poético y una frescura que no resta elegancia ni profundidad a ninguna de esas imágenes de una potencia extraordinaria, originales, hermosas, transportadoras. Batres consigue una transmisión de emociones casi eléctrica con metáforas magníficas como : «El poeta y el tiempo mueren de suicidio, por exceso de amor a la vida». No hay en El fuego hacia la luz, lugares comunes ni artificios, ni un solo poema que no nos encienda o más bien nos «incendie» y nos apeteca terminar de leer perdiéndonos entre sus matices esenciales, complejos y sinceros, filosóficos muchas veces, con la satisfacción de haber aprendido, de haber volado hacia otro tiempo y otro espacio y con la sensación de una poesía en mayúscula. El fuego hacia la luz se hace corto y se antoja una ventana abierta a un ya cada vez más difícil aire fresco. Esperemos que estos tiempos difíciles que vivimos no la cierren, ni pesen sobre la fina sensibilidad de esta escritora que ya no es ninguna promesa de la poesía sino que, poniéndose a la altura de los grandes e incluso logrando en sus versos imágenes y sensaciones que poetas «grandes» y «reconocidos» no han logrado, es ya más que una afirmación.
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